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Para que se dé un buen desarrollo del lenguaje, necesitamos obtener información del canal visual y del canal auditivo. El empleo de las mascarillas en los adultos puede afectar al desarrollo del habla de los más pequeños, al verse ambos canales distorsionados.

Laura Castro Romero, logopeda pediátrica, defiende que al cubrir nuestras bocas con mascarillas estamos privando a los niños de uno de los sentidos más importantes que utilizan para aprender a hablar. Esto quiere decir que con la mascarilla se reduce la información que obtenemos por el canal visual; los niños aprenden por imitación, y a la hora de adquirir sus primeras palabras, el hecho de observar los movimientos de los labios durante el habla es una ayuda clave para los niños en el proceso de la adquisición del lenguaje.

Según la logopeda Miquela Sastre, miembro de la junta directiva del colegio de logopedas de Baleares; a nivel auditivo, disminuye la intensidad y los niños oyen menos fonemas o elementos morfosintácticos. Además, la mascarilla amortigua más el sonido, lo que hace más difícil entender el habla, y, afecta a los sonidos agudos, que son los que aportan la calidad del habla.

Aunque la mascarilla tiene efectos a nivel auditivo, predominan consecuencias visuales a la hora de aprender a hablar.

En casa debemos hacer una estimulación para ayudar a los niños con el lenguaje; lo primero y más importante es establecer contacto visual cuando estamos hablando con ellos, frente a frente, que nos vean la parte inferior de la cara que es la que fuera de casa ahora no ven. Y para ello podemos:

  • Contar muchos cuentos, trabajando las onomatopeyas. Así el niño puede relacionar lo que ve con lo que escucha. Podemos por ejemplo hacerle preguntas: “¿Cómo hace la vaca? ¿Dónde está el pájaro?”
  • Articular el lenguaje de forma pausada y en voz más alta, para que los niños puedan captar mejor los fonemas que queremos transmitir.
  • Hacer muchas repeticiones. Por ejemplo: ¿Cómo hace el coche? Pipi… Pipipipipi. ¿Quién viene? Papá. Papapapapapa.
  • Ser muy expresivos con los ojos, gesticular más y mejor con todo el cuerpo; así añadimos información y contenido al mensaje que queremos lanzar.
  • Imitar gestos y praxias bucofaciales. “Vamos a abrir la boca como el león, sacamos la lengua, nos tocamos la nariz con la lengua…”
  • Intentar que los mensajes que damos al niño sean sencillos y claros.
  • Animar a los juegos tradicionales, en grupo, con otros niños: el juego en el parque, con amigos o primos que hasta ahora se ha visto disminuido drásticamente.

También es importante trabajar con los más pequeños las emociones como la alegría o el enfado, porque hay mensajes difíciles de identificar por ser sutiles a nivel visual y se deben explicar con palabras. Para trabajar las emociones, además de poner palabras y explicar, cuando estemos sin la mascarilla podemos jugar a:

  • Sonreír mucho; como cuando estamos contentos.
  • Poner cara de enfadado, fruncimos el ceño, ponemos morritos.
  • Poner cara de tristeza, bajamos los labios.
  • Imitar cara de sorpresa, abriendo mucho la boca y los ojos.

La Doctora Gemma Ochando (miembro de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría): “El uso de mascarillas ha condicionado este aumento en la incidencia de trastornos del neurodesarrollo y el retraso en el diagnóstico de los mismos. También ha motivado un retraso en los ítems del desarrollo madurativo en distintas esferas”. “Afortunadamente la gran plasticidad neuronal de los niños, especialmente en esta franja de edad, permitirá que se puedan revertir estas situaciones en un porcentaje importante de ellos”

En definitiva, el uso de la mascarilla está afectando a los más pequeños, pero podemos trabajar con ellos para que se vean lo menos afectados posible; sabiendo que el posible retraso en el habla es reversible.