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La importancia de la naturaleza

Ms. Carolina y Ms. Patricia. Profesoras aula 1 año B

Numerosos estudios señalan la importancia que tiene el contacto con la naturaleza para el desarrollo integral de los niños. La naturaleza les brinda muchas posibilidades de aprendizaje tanto a nivel cognitivo, motriz y emocional. Les fortalece el sistema inmunológico, les ayuda a desarrollar la imaginación y la creatividad, les hace ser más tolerantes a la frustración, mejora la autoestima y confianza en uno mismo, les habla del respeto, y fortalece las relaciones con su entorno social.

El ritmo frenético de la vida en la ciudad hace las que las condiciones ambientales en las que se desarrolla un niño urbanita no sean del todo completas, y los hábitos de vida sedentarios sean poco saludables.

Los padres llenamos nuestras agendas de actividades para prepararlos para el futuro preocupándonos por su seguridad, por tenerlos en ambientes protegidos, que no se mojen, que no se ensucien, que no les piquen bichos. El resultado son millones de niños que no juegan libremente en el parque o en el campo, que no trepan por los árboles ni construyen casas con troncos, que no cazan lagartijas ni insectos, ni tiran piedras a los charcos para no mancharse.

Por lo tanto, debemos aprovechar lo que la naturaleza nos brinda, espacios de desarrollo cognitivo, social y emocional. Dar de comer a los caballos o las vacas, ver una yegua con su cría o un ternero mamando se su madre, descubrir que las gallinas ponen huevos, ayudar en el huerto y esperar sus frutos, recoger palitos, lanzar piedras a un charco, observar las lagartijas y lo trabajadores que son las hormigas, descubrir un nido de pájaros, caerse, levantarse y mancharse de barro, son experiencias únicas y cargadas de grandes oportunidades de aprendizaje a todos los niveles, de manera que serán aprendizajes duraderos mucho más difíciles de olvidar.

La naturaleza nos ofrece una cantidad tan elevada de estímulos que el contacto con ella hace que el niño se encuentre en un espacio abierto, donde observar los procesos que ocurren, pero también un estímulo para sus neuronas, para sus emociones. Una experiencia vital que permite al niño sentir y medirse a sí mismo de forma diferente a como lo hace en la ciudad.

En el campo es fácil trabajar la tolerancia a la frustración, si llueve te mojas y te aguantas, si te tropiezas o estás cansado mientras estás por el monte debes aguantar y continuar. Tener que sortear piedras en el camino, caerse y levantarse para continuar adelante. Pero también la empatía y el respeto mediante el contacto con los animales y las plantas, o la serenidad y la calma que exigen la observación y la contemplación. Se desarrollan muchas habilidades de forma fácil y natural.

Sólo hay una manera de comprobar si realmente es positivo y cierto que ese contacto con la naturaleza tiene tantas ventajas, y es, poniéndolo en práctica. Hay que pasar a la acción, haciendo más salidas al campo para caminar, correr, experimentar, jugar, embarrarse, mojarse, caerse y levantarse. Hay que crear espacios con elementos naturales y manipulables como la presencia de árboles, huertos, zonas con arena o césped en lugar de plástico y asfalto.

En definitiva, la naturaleza es un parque de atracciones que no podemos inventar, excelente medicina y aula de aprendizaje. El contacto con ella mejora la salud, la capacidad de atención, el desarrollo, motor y cognitivo, la autonomía, la seguridad, el respeto por ella y la adquisición de valores.